En
El Berrueco, relajados y a la luz del fuego, copa de vino en mano y con los estómagos llenos, a uno le da por pensar.
Mis padres, especialmente mi madre siempre había querido que personas conocieran la
finca y además amortiguar los costes que la finca supone. Por aquel entonces, mis padres estaban a tres años de la jubilación y calculando cómo iban a ser sus pensiones, los cálculos no daban para vivir una vida segura y sin altibajos económicos. Con exiguas pensiones, y una vida llena de amor por delante, había que comenzar esta aventura de resultado incierto.
Nunca supimos lo que hubo más allá del túnel. Lo único que pudimos hacer fue seguir recordando el "Por Qué" queríamos seguir avanzando.
Así que, durante el primer semestre de 2016, todos nosotros acicalamos y limpiamos la cara de lo hoy conocemos como UnLugarDondeQuerrásQuedarte. Pintamos y lijamos, decoramos y redecoramos, adecentamos exteriores e interiores. Estas labores se compaginaban con nuestros trabajos en Madrid de lunes a viernes y trabajando en la finca el fin de semana, todos juntos y armonía.
Mis padres, Sandra y yo comenzamos lo que en un principio sería un juego de niños. A decir verdad, ninguno de nosotros dábamos un duro por la finca pero la idea que mis padres tuvieran una vida de jubilación más placentera y además que compartieran un mismo
proyecto, fue suficiente para continuar con los trabajos semana tras semana.
Ahora recuerdo que por aquel entonces, aún estaba sumido en el profundo sueño de desidia pero al menos, proyectaba mis ansias en la
superación de crear algo maravilloso a las faldas de la
Sierra de Las Tres Cabreras
y en el borde norte de la dehesa de El Boyal. Ese "algo" me dio la vida y un puerto al que dirigir mis esfuerzos. Ahora pienso, que ese "algo" era yo mismo, proyectado en la vida de mis padres y en la finca. Hicimos que vientos favorables nos llevaran a puerto, remando y arriando velas.
Todo lo aprendido y vivido en nuestra anterior etapa en Londres lo volcamos ahí dentro, le dimos fondo, le dimos un forma. Todo lo aprendido en estos trabajos ruinosos y mal pagados en España, me hicieron cambiar mi punto de vista. Le dotamos de cuerpo, de alma y de mente.
Aquí está Jack en una de sus primeras visitas a Finca El Cerrillo en El Berrueco, durante los primeros meses de aquel año 2016.
Sin embargo, al principio, aún se comportaba como un niño. Y sí, le dimos una mente de niño, fértil pero inocente, y con la inocencia se cometen los primeros errores. Errores que sirven de
aprendizaje. Se cometen y se cometerán nuevos errores, pero éstos últimos quedan trascendidos. Con las lecciones aprendidas te haces más grande.
Y así es como discurrieron los primeros seis meses de 2016, Jack nos acompañaba a cada viaje a la finca. Él crecía con ella y disfrutábamos viendo como los dos respiraban el mismo aire de relajada disciplina. Veíamos como los primeros brotes en abril crecían, y como a Jack le cambiaba el pelaje. Disfrutamos cuando comenzó a ladrar como un perro adulto, únicamente para avisarnos de la presencia de un hermoso asno al otro lado de la finca.
Todos nosotros hemos crecido junto con Jack.
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