Y en enero de 2016, Jack entra escena. Un nuevo actor para esta epopeya romántica y de caóticas desdichas. Jack nos ha ido guiando en este camino, en esta aventura. Nos ha ofrecido momentos muy dulces y tragos muy amargos. Y así es la vida, perfecta tal y como es. Los momentos dulces se disfrutan y se comparten y de los tragos amargos se reflexiona y aprende. Y de esta manera, en el ajetreo de las aguas turbulentas, Jack nos acompañó por la corriente del tiempo hacia el momento presente. En ese momento, Jack es tan solo un cachorro de dos meses y 10 kilogramos de peso. Jack entró en nuestra vida casi sin avisar.
Aprendí a desaprender. Eso fue lo más doloroso, restablecer mi sistema de creencias.
Llegado febrero, con la primavera a punto de romper el cascarón y el deshielo derramándose por las calles asfaltadas de Madrid, retorno a mi anterior trabajo, pagado mal y tarde o simplemente no pagado, pero con otra persona al cargo.
El primer mes parece que va bien, van pagando. El siguiente mes se retrasa el pago; el cuarto y quinto mes, no hay pago.
A priori, parece ser que fue una experiencia que a nadie se le desea. Trabajar de lunes a viernes, largas horas visitando clientes y aumentando la cartera en una industria que en absoluto conocía, haciendo un trabajo totalmente nuevo para mí, bajo unas circunstancias de caos e indisciplina, con problemas sin soluciones. Para mí, mis clientes fueron lo primero y que ellos recibieran lo que habían adquirido en el momento que ellos lo necesitaban. Recuerdo recorrer kilómetros con mi propio vehículo para entregarles mercancías que debían haber estado en su lugar de recogida, hacía carambolas para enganchar visitas con repartos, nada funcionaba en esa empresa. Aprendí a desaprender. Eso fue lo más doloroso, restablecer mi sistema de creencias.
Entre tanto, y como parte de mi “terapia” y vuelta a encontrarme con uno mismo, Sandra y yo solíamos pasar unos días a la semana en la casa que mis padres tienen en El Berrueco. Allí, paseábamos por la dehesa El Boyal, la sierra de las Tre Cabreras, observábamos atardeceres infinitos sobre el embalse del Atazar elucubrando que iba a ser de nuestras vidas de aquí a unos meses o años.
Las típicas preguntas que uno se hace, a dónde vamos, qué queremos, quiénes somos o por qué regresamos a nuestro amado país. Preguntas que por aquel momento no tenían respuesta y que hoy en día, la respuesta está aún por esclarecer, pero cada vez está más cerca.
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