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Infiesto, Santuario de la Virgen de la Cueva


Sandra Gutiérrez Valiente • 14 de septiembre de 2021

Senda Fluvial del Santuario de la Virgen de la Cueva.

Una senda con más de mil años de historia.


Bajo los acantilados calizos de la montaña, se encuentra el Santuario de la Virgen de la Cueva en Infiesto, concejo de Piloña.


Situado a la salida de Infiesto en dirección La Marea y Campo de Caso, en la carretera AS-254, el Santuario penetra en la roca caliza piloñesa sobre el caudaloso río de La Marea. Además, de esta ruta ideal para familias con niños, hemos creado una selección de nuestras 7 rutas en Piloña que más nos gustan.

La senda fluvial discurre por un camino bien señalizado, llano y con suaves curvas y pendientes, que hacen entrever la grandiosidad de sus aguas salpicadas por avellanos, laureles, castaños, helechos y más vegetación de ribera. Además, en el silencio del rumor río y crepitar de los saltos de agua, aves de varios tipos se asoman prudentes al paso de los senderistas.


Desde Finca La Naguada, tu casa rural en Infiesto, te contamos cómo es esta ruta a su paso por Finca La Naguada

Historia del Santuario de la Virgen de la Cueva en Infiesto

Historia, mitos y leyendas del Santuario

Los primeros datos que se conocen, tienen un marcado sabor legendario. Estos datos nos cuentan la historia, salpicada de mitos y leyendas, de este lugar emblemático de Infiesto, el Santuario de la Virgen de la Cueva.

La historia de este lugar cargado de simbolismo, mezcla el amor cortés con batallas en campos castellanos, traición, pasiones, penitencias, sacrificios y encuentro oníricos, tienen como protagonista a un noble portugués unido por el amor a una doncella asturiana.

El marco temporal en el que ubicar los hechos es difícil de asegurar de manera exacta pero puede corresponder al segundo período feudal,
entre los siglos X y XI, poco tiempo después de constituirse la monarquía castellana. El hidalgo portugués, bajo el noble blasón castellano, viene a pelear contra el pueblo árabe asentado en la meseta norte peninsular. Viendo estos hechos, parece muy probable que la época de la leyenda puede situarse anterior a la concesión a Enrique de Borgoña del Condado de Lusitania.


Santuario, más allá de la historia


  • La leyenda dice lo que sigue:

En aquellos tiempos feudales, el señor de Lodeña vivía en la zona piloñesa. Este hombre, se decía de él que era un hombre piadoso y valiente.

santuario de la virgen de la cueva

Una noche, la Virgen María se le apareció en sueños con la forma de un monje asceta que vivía en las proximidades y que se le conocía por practicar muchas y duras penitencias. Ella le dijo que encontrase a aquel hombre y que comenzara a venerar su figura ya que, este santo monje, era su encarnación en la tierra.

Con las primeras luces del alba, el señor de Lodeña, para asegurarse de la Verdad de aquel sueño, comenzó a investigar la existencia del monje. Durante aquellos días, galopando con su caballo acompañado por séquito en un hermoso día piloñés, le pareció escuchar algo parecido a lloros y gemidos en la cercanía de una cueva.

La caverna, excavada en la peña caliza, formaba una gran cueva, con la entrada cubierta de zarzas, espinos y rosales silvestres. En el fondo de ella y en un hueco prestado a la montaña, vio el señor de Lodeña a un
hombre hincado en la tierra, demacrado y entristecido por las penitencias y la soledad envuelto en un sayal desgastado por el tiempo.

De sopetón, él reconoció en el ermitaño languidecido a su amigo, el
noble y valiente guerrero portugués, que en otra época había visto pelear, espalda contra espalda, bajo las banderas e insignias del gentil rey de Castilla. Aquel reencuentro, tuvo que ser mágico, envuelto en la oscuridad y silencio de la caverna, el crepitar de exiguas antorchas y el estremecimiento de la montaña al pasar las aguas del río por sus entrañas.

El señor de Lodeña, conocedor de la historia de su amigo lusitano y que desconocía la existencia de ese cuerpo ensartado en la roca. El señor piloñés nos cuenta lo siguiente:

"Hace algunos años, mi amigo y compañero de armas, abandonó sus tierras para luchar para y por el ejército castellano contra los árabes. Cerca de Zamora, participa en campaña con las huestes de un conde que tenía su campamento en el castillo zamorano, donde había dejado a su hija protegida de la guerra. Mi amigo y ella estaban enamorados y se casarían al finalizar aquella campaña.

Terminada la campaña contra los árabes, mi compañero de armas y el conde regresaron a sus tierras de Zamora junto a las huestes, y pronto vieron los torreones del castillo despuntando en el horizonte.
El sol brillaba en el cielo y se respiraba un ambiente calmado tras la batalla.

Sin embargo, la bandera condal no ondeaba en el aire, nadie salió a su encuentro y el castillo parecía deshabitado. Algunos hombres, apostados sobre el arco y protegidos por las almenas del portón principal, levantaron las puertas y ambos entraron apretando punteras para acelerar el paso.

Una vez en el patio de armas, allí se les contó la verdad de la
historia. La hija del conde y amada de mi amigo agonizaba enferma en su alcoba. Al poco tiempo, la doncella falleció y dejó en martirio a su amado. Cuando enterraron a la bella dama, nuestro bien amado fiel portugués marchó  en su caballo hacia tierras de Castilla, hacia las montañas más allá de la meseta. Se dice que cruzó la cordillera y llegó a tierras astures.

Desde aquel momento, se cuenta que se dedicó a una vida de meditación, oración y penitencia por los montes del norte, transformándose poco a poco de audaz guerrero en hombre de sacrificio y oración.

Y ahora, en esta
cueva, he encontrado a mi amigo"

rio de la marea, infiesto

Cuando la vida del ahora monje asceta se agotaba, por acción divina, tal como ya ha contado, la virgen María se apareció al señor de Lodeña durante sus sueños. Ambos se encontraron y volvieron a revivir sus años de juventud. Una vez, llegada la hora del guerrero, el señor de Lodeña, tras enterrar en santo sepulcro a su amigo, impulsó enérgicamente el culto a la Virgen María, siendo la virgen puesta en la Tierra en el cuerpo de su amigo, pasando a ser conocida como la Virgen de la Cueva.

Ubicación del Santurario de la Virgen de la Cueva, en Infiesto

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